jueves, 21 de junio de 2012


Hace años la etiqueta “Made in China” era poco más que una estigma. Se daba por supuesto la mala calidad de los productos hechos en China. Y no faltaban las razones para ello.

 

Cuando China emprendía sus reformas económicas y se abría al mundo, su fuerte era la mano de obra barata. Los trabajadores no estaban preparados para un trabajo cualificado, apenas existían ingenieros especializados. Las fábricas chinas tampoco tenían herramientas ni maquinaria necesarias para garantizar la calidad de los productos producidos.

 

En los años 90 China fue un país muy buscado por los importadores por ofrecer unos precios de salida muy económicos, lo que estimulaba el crecimiento de producción masiva de productos de calidad baja, apenas controlada por parte de los que encargaban la mercancía.


En ese período es cuando se ha creado y se ha forjado la opinión general de que los productos chinos son de mala calidad irremediablemente.



Hoy en día las fábricas chinas han logrado altos estándares de calidad: el 80% de sus fabricas cuentan con certificaciones tipo ISO, las compañías de gran prestigio como Sony, HP, Nokia, Mattel, etc. confían sus productos a los fabricantes Chinos.

 

Los proveedores chinos se han esforzado mucho para poder ofrecer su producción acorde a unos estándares mundiales de calidad. Muchas de las empresas de nombres mundialmente conocidos, de todos los ámbitos – desde mercería hasta automóviles, ya pasaron o están pasando su producción a las fábricas chinas. Allí imponen las tecnologías y procedimientos necesarios para conseguir la calidad necesaria de su producto.

 

Pero no es sólo eso, no sólo se impone la calidad de los productos chinos desde fuera. China está construyendo su propio sistema de calidad - certificado CCC -entre otros. De hecho, los castigos recibidos por los responsables de los problemas de calidad con juguetes y la fórmula para lactantes, que todos recordamos como una pesadilla, han sido graves llegando a la pena de muerte y cadena perpetua.

 

Los propios proveedores chinos cada día más se integran en el mercado mundial con su propia producción original. Surgen las marcas chinas muy competitivas tanto en calidad y en prestaciones como en precio.


China definitivamente ya no sólo es una “realizadora de encargos”, es un País de emprendedores, ganas de triunfar y alta calidad de Fabricación.

 

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